domingo, 17 de noviembre de 2013

Nueva propuesta de lectura

Nueva propuesta de lectura 


Pensadores como Menéndez y Pelayo llegaron a considerar que “Los eruditos a la violeta” es un autorretrato del autor. Además, se habla de la preocupación por su apariencia física y cuidado personal, afición por las buenas vestiduras, calzado y accesorios: matices característicos de “los violetos”. Por otra parte, al finalizar la obra, en un apartado titulado Noticias, en las críticas a esta que él reconoce, la última considera lo anterior, que él se ha retratado así  mismo y aprovecha tal segmento para defenderse y desmentir lo que se ha dicho, catalogándolo como calumnia, por ser él un hombre que sabe poco. Probablemente aquí estemos frente a una Captatio benevolentia, ya que parece ser que Cadalso ha utilizado su sabiduría no solo para insultar a quien cree saber mucho con poco, sino también para sobresalir de erudito e ilustre en su época y en contra de los escritores contemporáneos a él.
¿Qué mejor manera que utilizar buenos, excelentes y exactos argumentos suyos, producto de su preciada educación y amplio conocimiento, para sacar a la luz a los seudoeruditos? Que bien puede referirse a los estudiantes de la época, quienes, posiblemente, recibían mala educación por la carencia de información certera, además eran incitados a tratar y aprender un poco de todo; o bien, dirigido a  sus colegas autores que tanto menciona en su libro, como lo son Moratín y Feijoo. Ejemplo de ello es cuando tacha a este último de inconsiderado por catalogar la retórica de inútil para quien tenga facilidad de persuasión y generalizarlo como un hecho y no decirse nada más acerca de él.

     Ahora bien, en la obra hay rastros  de su poca reserva erudita al caracterizarse a sí mismo y autocriticar su obra. En el apartado titulado Miscelánea hace un recorrido por las lecciones anteriores y se determina como auténtico, puntual, cabal y todo lo que tenga que ver con excelencia:
“El jueves dije bravas cosas del derecho de gentes y de la naturaleza, y ¡cuidado que estuve precioso!
El viernes os enseñé teología, y a fe que dije cosas estupendas.”
(Cadalso, 1967, pp. 117)

     No obstante, en la obra queda más que claro el objetivo crítico del contenido del texto hacia quienes aparentan sabiduría. Es por lo que se percibe mayor recurrencia en querer sobresalir de conocedor y rencoroso con quienes no son como él en su contexto; pues caracteriza, detecta y conoce de pies a cabeza lo poco que saben de una materia y lo que hablan de ello. Más que un manual de “erudito a la violeta”, este texto es una descripción de lo que imaginan, especulan y manejan este tipo de personas acerca de las ciencias.

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